En 1957,
la conocida revista La Chacra publicó una nota informando sobre la Fiesta de la
Vendimia realizada en los viñedos de la costa de Avellaneda. Lo interesante es
que, junto a esa información, brindó un detallado e ilustrado relato sobre el
trabajo de los vinicultores de la zona.
La población de origen genovés que se afincó en el
lugar se dedico además, y con éxito, al cultivo de hortalizas y frutales,
convirtiendo un bañado de difícil acceso en un vergel.
2.500.000 litros de vino se producen a las puertas de
la Capital Federal
En la
zona de la costa del Río de la Plata, partiendo del Riachuelo y siguiendo por
Avellaneda, Sarandí, Villa Domínico, Wilde, Bernal y Quilmes, en un sector de
cerca de mil hectáreas, se efectuó, en la primera quincena de marzo último (año
1957), la Fiesta de la Vendimia, de la que participaron más de 300 familias
vitivinicultoras afincadas allí desde hace varias generaciones.
El acto
principal se realizó en el amplio patio de la “Quinta Rossi”, de Villa
Domínico, procediéndose a la bendición de los frutos ante la presencia del
comisionado municipal del partido, Dr. Modesto Ferrer; el director de Obras
Públicas de la Provincia, ingeniero Oscar Faltorini; el gestor de Cultura,
señor Lucio V. Parodi, y otras personalidades. La
comisión organizadora de la fiesta estaba en pleno, integrada por los señores;
Juan B. Casanova, Cándido Paisán, Luis Bevegni, José Fondati,Angel Caiati y
Desiderio Zabalich.
La fiesta
se realizó al pie del Altar Campesino de la Virgen de la Guardia erigido por
los quinteros. Bendijo los frutos el R.P. Dr. Agustín Casanova, oriundo de las
quintas del lugar, y ofició el responso por los quinteros fallecidos el R.P.
Manuel Palazzo, capellán de la costa. Parte de
la cosecha de frutos y hortalizas fue donada al Cotolengo de Avellaneda para
los ancianos que allí se albergan.
En marzo se cosecha la uva “chinche” con la que se
hace el “vino de la costa”
En toda
esa zona a que hemos hecho referencia se cultiva la vid “Isabella”, comúnmente llamada
“uva chinche”, con la que se elabora el vino llamado “de la costa” y que tanta
aceptación tiene en la provincia.
Desde
hace cerca de un siglo se radicaron allí muchas familias italianas _ en su
mayoría genovesas _ que transformaron, a fuerza de pala, los pantanos y
ciénagas de esa zona ribereña por la que entonces nadie daba “un cobre”. Así se
recuperaron sobre la base de paciente trabajo 880 hectáreas, las que hoy
ofrecen un estado floreciente y constituyen el puntal de una industria sólida y
progresiva. Habitan actualmente en el lugar más de 300 familias que se dedican
exclusivamente al cultivo de la vid, otras frutas y hortalizas en general. Esa
industriosa población trabajadora se ha ingeniado para aprovechar el espacio al
mínimo, razón por la cual entre los canales (para riego natural con las
crecidas del río) y las vides plantan manzanas, peras, ciruelos, pomelos,
membrillos, etc.
En plena tarea de la recolección de la uva se hallan
los productores de la costa bonaerense.
Esas tierras tienen hoy (año 1957) un valor
incalculable y rinden frutos extraordinarios tanto en tamaño como en calidad.
Solamente la uva en las buenas cosechas _ y este año ha sido muy favorable _ acusa
un rendimiento de más de 65 por ciento en la vinificación.
¡2.500.000 litros de vino!
Los
vitivinicultores de la costa del Río de la Plata sobre 880 hectáreas de vid
cosechan anualmente más de cuatro millones de kilogramos de “uva chinche” o “Isabella”.
Con su modesa labor y rudimentaria maquinaria proveen al mercado de la
provincia de Buenos Aires de 2.500.000 litros de vino, el que tiene la ventaja
de su pureza porque sus elaboradores no saben de artimañas ni cuentan con
medios científicos para fabricar más vino que el que sale de la propia uva
triturada.
El traslado de los canastos para recoger la fruta se
efectúa en carritos livianos tirados por un caballo.
En el mismo vehículo luego se manejan los canastos
llenos del fruto para llevarlos a la bodega.
Cargando los carros. Este año (1957) la cosecha ha
sido excelente.
Según la importancia de la quinta, la distancia a
recorrer entre los cultivos es bastante larga.
El carro llega al patio de la bodega, donde se
almacenan los canastos.
Una
vez realizada la cosecha del día se inicia el traslado de la uva hasta el
lagar.
Echando la uva en la prensa para triturarla a los
efectos de obtener el mosto.
Revolviendo el mosto en una de las grandes cubas de
la costa de Villa Domínico.
El arreglo de las cubas es de tarea casera, a cargo
de obreros especializados.
Cuba para 10.000 litros de vino, recién construida,
para la quinta del señor Casanova.
¡15.000.000 de kilos de hortalizas!
Los
terrenos cenagosos de la costa de la provincia de Buenos Aires de la ribera del
Río de la Plata, merced al esfuerzo y la obra tesonera del hombre, no solo dan
uva para vinificar sino que también rinden 15 millones de hortalizas; 500.000
cajones de tomates; 200.000 cajones de peras de la mejor calidad; 10.000 de
ciruelas; además de gran cantidad de pomelos, manzanas, membrillos, etc., que
consume el Gran Buenos Aires. Se trata de una importante fuente de producción
de alimentos de capital importancia y gravitación para la crecida población de
esa zona.
Entre los cultivos intercalares se da muy bien el
membrillo.
Esta excelente plantación de tomates se desarrolla
también entre las viñas de la costa bonaerense.
“Caballones” de más de un metro levantados por la
mano del hombre en los que se cultivan plantas de ajíes.
Una incertidumbre
La gente
que ha transformado esa costa antes inútil en un verdadero emporio frutícola y
que jamás tuvo títulos, ni siquiera precarios, limitándose a pagar arrendamiento
a latifundistas que les “dejaron hacer” para mejorarlas, viven hoy en plena
zozobra, porque se habla de dar otro destino a las mismas. Dichas tierras
fueron adquiridas últimamente por el Estado y existe un viejo proyecto de
Yacimientos Petrolíferos Fiscales de
construir en la zona nuevas plantas de destilación.
Se trata
de un verdadero error, totalmente antieconómico, porque para hacer una
construcción de esa índole habría que levantar el nivel del suelo, totalmente
bajo, a una altura de dos metros por los menos, lo que demandaría tiempo y
gastos extraordinarios. Un poco más lejos y a la altura de Berazategui no solo
las tierras son altas sin que están consideradas improductivas y podrías
aprovecharse, con más ventaja, para tal fin. Las autoridades deben considerar
que viven allí más de 300 familias con un derecho adquirido por el propio
esfuerzo: que han hecho productivas tierras poco menos que inútiles.
Marcelo Pablo Scévola (transcripción)
Fuente: revista La Chacra
No hay comentarios.:
Publicar un comentario