miércoles, 22 de agosto de 2018

La estación de servicio del Automóvil Club Argentino en Avellaneda


      “En la ciudad de Avellaneda, poderoso exponente fabril y comercial de la provincia de Buenos Aires, que enorgullece a toda la Nación, el Automóvil Club Argentino inaugura hoy esta nueva estación de servicio, demostración de su creciente pujanza y de su inconmovible fe en el porvenir del país”
Horacio Morixe (Vicepresidente  segundo del Automóvil Club Argentino)

La antigua sede del Automóvil Club Argentino en Avellaneda en la esquina de avenida Mitre y 9 de Julio.

      Buena parte de los historiadores se ha empeñado en etiquetar a los años ’30 como “infames”. Nadie puede negar la política de fraude electoral y de reprochables acuerdos internacionales llevada adelante por los dirigentes conservadores de entonces, pero más allá de eso, la etiqueta de “década infame” (que como toda etiqueta no deja ver más allá de las aristas que ella misma produce) ha intentado tapar el enorme desarrollo y crecimiento que se produjo en la Argentina en ese momento impulsado por una fuerte intervención del Estado. Un ejemplo de esto fue la creación de Vialidad Nacional en 1932 y la construcción de miles de kilómetros de caminos en los años siguientes. Este aspecto es el que nos interesa en este caso, porque en él tuvo participación una de las instituciones más apreciadas de nuestro país, el Automóvil Club Argentino, cuya “obra edilicia desarrollada entre 1936 y 1943, a partir de la construcción de estaciones de servicio a lo largo y ancho del país, fue parte de uno de los emprendimientos más impactantes del que se tenga conocimiento en el mundo, convirtiéndose en una verdadera avanzada de modernidad” (1)   

Ubicación de la estación de servicio inaugurada. 

     En 1936 el ACA firma un acuerdo con la petrolera estatal YPF, el cual “acordaba al club un crédito en productos para la construcción de una red de estaciones de servicio, garantizado con los terrenos y edificios de las estaciones, además de una importante bonificación en el precio de la nafta. A cambio, el ACA se comprometía a vender exclusivamente productos de YPF”
    “La primera etapa comprendió las ciudades cabecera de las grandes rutas pavimentadas, en las que se construyeron edificios monumentales que eran a la vez sedes sociales, garajes y estaciones de servicio, y estaciones camineras a los largo de esas rutas” (2) 

Aspecto de la construcción sobre la calle 9 de Julio

      Dentro del plan, el ACA Avellaneda pertenecía al grupo denominado “estaciones suburbanas de la Capital Federal” junto a las construidas en Olivos, Don Torcuato, Ing. Maschwitz, Pilar, Luján y Punta Lara. 
      Desde el punto de vista arquitectónico, “se consideró desde un principio la conveniencia de que todos los edificios respondieran a un cierto carácter, o que tuvieran una identificación que los hiciera fácilmente reconocibles” (3) 

      El concurso para las estaciones de servicio fue ganado por el ingeniero civil Antonio Vilar, quien entre 1938 y 1943 tuvo a su cargo la construcción de nada más y nada menos que 189 obras.

Planos de las plantas baja y alta  de la estación de servicio relizados por el ingeniero Antonio Vilar.

Así como las extraordinarias construcciones del arquitecto Francisco Salamone permanecieron ocultas durante décadas gracias a las “etiquetas impuestas” de las que hablaba al comienzo, algo similar ocurrió con la obra magna e impactante de Vilar.

      Adentrándonos en el tema puntual de la nota, el propio ingeniero Antonio Vilar nos detalla la obra realizada en la sede Avellaneda del ACA: “Terreno en falsas escuadras y en dimensiones reducidas. Edificio en dos plantas. Como en el caso de Barracas, hemos optado por la oficina circular en la ochava, dividiendo la circulación y asegurando una zona de refugio para el público en la esquina. Sobre la medianera norte se ha ubicado la sala de espera, el toilet de señoras y las fosas con luz cenital de patios en primer piso.
   En el rincón, bajo la rampa, dependencias de personal, compresores y sótano. Sobre la medianera oeste, la rampa de acceso que sale directamente a la calle para obtener máxima playa. Surtidores en ambas calles aunque usando el tipo boxes, sobre 9 de Julio, para mayor rendimiento y porque esa calle permite salir reculando. En la playa de circulación, solo existe una columna central. La viga de fachada se apoya en vigas transversales  en cantiléver, solución que hemos adoptado en la mayoría de los edificios de este tipo, por la economía de espacio que significa y su correcto efecto. Adosado a la rampa el toilet de socios y estacionamiento para tres coches.
    La escasez de espacio en la planta baja, obligó a ubicar los lavaderos en el primer piso, donde se ha ubicado también el taller, la gomería y el departamento del jefe de la estación. En casos como este, lo mismo que en el de estacionamientos, las columnas de planta baja deben permitir un buen aprovechamiento de la planta alta, dentro de las medidas estándar para estacionamiento, lavaderos y otros usos. Estas medidas, lo mismo que los radios de las rampas, anchos de calles de circulación, radios de curvas en general, sobrecargas, etc. se encuentran en los manuales corrientes de estandarización de elementos constructivos.
     En planta baja se ha adoptado el mismo sistema de iluminación de Olivos" (4) (Los artefactos de luz consisten en medios globos comunes, embutidos en un casquete esférico).

La inauguración

      El diario “La Opinión” de Avellaneda nos relata la ceremonia de inauguración de la estación de servicio el día 27 de marzo de 1943:


   “En el interior de la playa de estacionamiento se había levantado un palco, adornado con los colores argentinos, motivo ornamental que se reprodujo por medio de banderas y escudos en los pilares y muros. El personal de servicio, con los uniformes reglamentarios, secundó a las autoridades del club en la atención del público, que comenzó a llegar desde minutos antes de las 18 horas.
      Entre los primeros en llegar se anotó la presencia del senador nacional Don Alberto Barceló, que cambió expresivos saludos con los dirigentes del Automóvil Club Argentino. Además concurrieron al acto el señor Intendente Municipal Don Joaquín Lacambra, diputado nacional señor Nicanor Salas Chaes, presidente del Concejo Deliberante señor Feliciano M. Culler, presidente del Consejo Escolar señor Roberto José del Río, subdirector de la Asistencia Pública doctor Luis María Irureta, secretario de la Municipalidad señor Luciano Baca, valuador del partido señor Pedro J. Molinari, Director de Tránsito de la Ciudad de Buenos Aires doctor Horacio Pozzo, Presidente del ACA señor Carlos P. Anesi, Vicepresidente 2° del ACA doctor Horacio Morixe, funcionarios de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, entre otros.

Discurso del Vicepresidente 2° del ACA doctor Horacio Morixe. A la derecha el Senador Alberto Barceló.

      Ubicadas las autoridades e invitados especiales en el palco oficial, frente al cual se hallaba el resto de la concurrencia, se inició la ceremonia con la bendición religiosa del edificio, que estuvo a cargo del cura encargado de la Parroquia de la Asunción R.P. Juan F. Tumini. Terminado este solemne aspecto del acto, se difundió por altavoces el marcial acorde del Himno Nacional Argentina, que aplaudieron extensamente al final.
      Acto seguido ocupó la tribuna el vicepresidente del Automóvil Club Argentino, doctor Horacio Morixe. Acallados los aplausos con que se recibieron esas palabras, habló el Intendente Municipal, Don Joaquín Lacambra, quien también fue extensamente aplaudido por la concurrencia. 

Palabras del Intendente de Avellaneda, Joaquín Lacambra.

      El presidente del Club, señor Carlos P. Anesi, invitó entonces a la concurrencia a visitar el edificio, recorriendo el público las distintas dependencias, mientras el personal de la estación explicaba diversos detalles sobre el funcionamiento de máquinas y destino de los locales.
      Finalmente, en un salón de la planta alta, se sirvió un lunch, lo que dio margen a una interesantísima tertulia que se prolongó hasta las primeras horas de la noche.

Momento del corte de cinta a cargo del Intendente Lacambra

Inauguración del surtidor

      Como corolario de la ceremonia, cabe significar que se puso en práctica una feliz iniciativa del presidente del Club señor Anessi, quien hizo surtir de nafta YPF a los automóviles del senador nacional Don Alberto Barceló, Intendente Municipal Don Joaquín Lacambra y del diputado nacional Don Nicanor Salas Chaves, inaugurando así las funciones del surtidor.

Momento en el que el Senador Alberto Barceló habilita el primer surtidor.


Notas:

(1) Ingeniero MINERVINO, “Testimonio de una avanzada de modernidad”
(2) PIGLIA, Melina "El ACA e YPF: la construcción de la primera red de estaciones de servicio (1936-1943)". UNMdP - Conicet
(3) revista Nuestra Arquitectura
(4) Ídem

Marcelo Pablo Scévola (investigación)

Fuentes: revista "Nuestra Arquitectura"
              diario "La Opinión"
              revista "Automovilismo"
              publicación “Testimonio de una avanzada de modernidad”
              publicación "El ACA e YPF: la construcción de la primera red de estaciones de servicio (1936-1943)"

domingo, 19 de agosto de 2018

Juan Giambruno: intervención, rehabilitación, y solicitud para su estación de servicio YPF (Florencio Varela)


      En la entrada del día 6 de julio ( http://archivosdelsudeste.blogspot.com/2018/07/juan-giambruno-y-su-actividad-comercial.html ) publiqué la transcripción de una nota aparecida en la edición especial del año 1943 del diario varelense Nueva Era en la que se detallan las actividades comerciales llevadas adelante por Juan Giambruno desde sus inicios como almacenero en la zona rural de Florencio Varela y en José María Gutiérrez hasta la inauguración de su estación de servicio el día 3 de enero de 1942 en la esquina de la calle Mitre y boulevard San Martín de la primera localidad mencionada.


      El 15 de abril de 1943, la estación de servicio sufrió una intervención por parte de la Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales. Los motivos estaban relacionados con el racionamiento de combustible producto del desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. Argentina aún no había logrado el autoabastecimiento, por lo tanto era necesario cuidar las reservas existentes. La carga de combustible en cada vehículo estaba limitada.

Artículo sobre el racionamiento de nafta aparecido en el diario varelense "Nueva Era" del 24 de septiembre de 1943.

     Al día siguiente, Giambruno publicó una carta en el diario Nueva Era, dirigida al presidente de YPF, dando su versión de los hechos ocurridos: 
     “En mi carácter de propietario de la única estación de servicio YPF instalada en este pueblo y reconocida oficialmente, me permito dirigirme al señor Presidente a fin de informarle de que en el día de ayer he sido sorprendido con el procedimiento arbitrario y abusivo del inspector general de esa repartición Sr. Irigoyen, quien atribuyéndome una infracción a disposiciones vigentes que ignoro, relacionadas con el racionamiento de la nafta, y con el auxilio de la fuerza pública pretendió hacerme llevar detenido hasta la comisaría local, como un vulgar delincuente, si no hubiera sido por la oportuna intervención de un caracterizado vecino que en esos instantes pasaba por mi estación de servicio, lo que obligó al intempestivo funcionario a cambiar el rumbo de su procedimiento, llevando detenido solamente a los infractores de tales disposiciones que invocaba a cada instante.
      En realidad los hechos se produjeron de la siguiente manera: Siendo la hora 9 y 30 de la mañana, se presentó en la estación de servicio manejando una voiturette de propiedad de don Juan P. Lambardi, el sujeto Sigifredo Aníbal Vaccaro, quien cargó 5 litros de nafta en el surtidor respectivo, retirándose y arrimando su coche al surtidor de kerosene pidiéndole al empleado de la estación don Luis Zampini, que le despachara 5 litros de kerosene del respectivo surtidor y se los cargara en el tanque de su coche. Este subalterno accedió a lo solicitado por cuenta propia y sin consultar al encargado de la estación mi hijo Juan A. Giambruno, ni al exponente, que en esos momentos s e encontraban distanciados atendiendo otros menesteres dentro de la estación, y que no se percataron de la maniobra que efectuaba el visitante y su empleado, siendo sorprendidos ambos por la visita del Inspector General Sr. Irigoyen que merodeaba por los alrededores, a la espera de los hechos que habrían de justificar su inmediata intervención, haciéndolo en la forma violenta que he relacionado precedentemente.
      De las declaraciones formuladas ante la policía local, por el empleado de la estación señor Luis Zampini, se desprende que el mismo procedió por cuenta propia en el hecho motivo de la intervención del Inspector Irigoyen, y que por los tanto ello no puede afectar bajo ningún concepto al propietario que subscribe desde que procedió a la exoneración inmediata del mismo, sin atender a sus explicaciones, considerando justificada esta sanción ante la infracción cometida, sin mi anuencia ni la de mi hijo.
      Pasando a otras consideraciones, señor Presidente, es necesario y me permito solicitárselo, que se efectúe una inmediata y amplia investigación de tales hechos, para deslindar responsabilidades; deseo que en primer término se me aclare quién ha sido el denunciante que invocaba el señor Irigoyen a cada instante durante el procedimiento, porque considero que la repartición no ha de atender denuncias anónimas, y que en alguna oficina ha de constar el nombre del denunciante, máxime cuando esa denuncia completamente falsa desde todos los puntos de vista que se le analice, ha originado en procedimiento que afecta a un leal colaborador y propulsor de la patriótica obra que realiza YPF, al invertir en la construcción y habilitación de esta estación, y en una modesta población, un capital que asciende a más de $50.000 m/n, y que ese solo hecho y la solvencia moral de que goza el exponente en este Pueblo como factor de progreso, son suficientes para disipar cualquier sospecha que pudiera originar denuncias infundadas e interesadas como la que ha provocado esta lamentable situación, cuyo procedimiento considero ha de merecer el repudio y las sanciones disciplinarias  que corresponden, dejando a salvo los altos prestigios de que goza la repartición en el concepto público, evitándose así la repetición de procedimientos que como este desprestigian y relajan la seriedad y armonía que siempre ha imperado en las relaciones de YPF con sus colaboradores en la patriótica obra que cumple en beneficio del país.
      En la esperanza de que el señor Presidente ha de compartir los conceptos  que me permito expresarle, ordenando la investigación que solicito, le saluda con la mayor consideración. Juan Giambruno.
     
       El día 19 de junio de 1943, la estación de servicio fue rehabilitada y, unos días después, Juan Giambruno publicó una solicitada en el diario Nueva Era:


     Dos meses después de la rehabilitación, Giambruno como propietario y Pedro Bernaschina como agente local de YPF, solicitaron al Municipio la autorización para agregar un surtidor, en este caso para el expendio de kerosene. El expediente que se formó al respecto fue el n° B-246 bajo el asunto “Instalación surtidor de kerosene para Yacimientos Petrolíferos Fiscales”.
      A continuación podemos ver la solicitud con fecha 11 de agosto de 1943 agregada al expediente:


Además del texto de la solicitud, podemos observar en este documento las firmas de Pedro Bernaschina y Juan Giambruno, el sello del primero como agente local de YPF y, más abajo, el sello de la Secretaría de la Municipalidad y la firma y sello del Secretario Municipal de entonces, el señor Antonio Guarasci, quien da por recibida la solicitud el día 21 de agosto e inicia el trámite con el paso de la misma a la Oficina Técnica.

      La Oficina Técnica recurrió a la ordenanza referida a la instalación de surtidores sancionada el 27 de junio de 1927 por el Concejo Deliberante de Florencio Varela, e hizo hincapié en dos artículos, el 2° y el 3°:
Art. 2°: Solo se permitirá la colocación de tanques y surtidores anexos en las aceras de las calles públicas, etc. a las personas que con acuerdo de los propietarios frentistas presenten la Intendencia Municipal una solicitud suscrita también por el constructor de la obra, con la indicación precisa del lugar y especificación de los detalles de la misma y acompañadas del plano respectivo. La distancia entre un surtidor y otro en el égido del pueblo no podrá ser menor de doscientos metros.
Art. 3°: En cada caso la Oficina Técnica tomará la intervención correspondiente, debiendo informar por escrito, de acuerdo con el artículo anterior, con respecto a la construcción proyectada, haciendo las observaciones pertinentes que se tendrán en cuenta para acordar o negar la obtención del permiso solicitado.

      Aprobada por la Oficina Técnica, la solicitud volvió a Secretaría el 31 de agosto para ser enviada a la Oficina de Recaudación, donde se registró la firma del propietario y se cobraron los derechos correspondientes a la verificación de plano. 


     El 8 de septiembre interviene nuevamente la Oficina Técnica para la aprobación del plano, cosa que efectúa sin hacer observaciones por ajustarse a la ordenanza vigente. Ese mismo día sale la resolución mediante la cual el Comisionado Municipal resuelve:
Art. 1°: Autorizo la instalación de un surtidor de kerosene en la estación de servicio, propiedad de Don Juan Giambruno, sita en la avenida San Martín esquina Bartolomé Mitre.
Art. 2°: Dicho permiso se otorga a nombre de Yacimientos Petrolíferos Fiscales.
Art. 3°: Por Secretaría se extenderá dicha constancia en la copia del plano agregado a fs.1.
La resolución lleva las firmas del Secretario Municipal, Antonio Guarasci, y del Comisionado Municipal, Capitan de Fragata Juan Pedro Delucchi.


Marcelo Pablo Scévola (investigación)

Fuente:   diario "Nueva Era"
            expediente B-246 (Archivo Histórico de la Municipalidad de F. Varela)

lunes, 6 de agosto de 2018

El vino de la costa... manos italianas en la vid (Avellaneda)

      En 1957, la conocida revista La Chacra publicó una nota informando sobre la Fiesta de la Vendimia realizada en los viñedos de la costa de Avellaneda. Lo interesante es que, junto a esa información, brindó un detallado e ilustrado relato sobre el trabajo de los vinicultores de la zona.
La población de origen genovés que se afincó en el lugar se dedico además, y con éxito, al cultivo de hortalizas y frutales, convirtiendo un bañado de difícil acceso en un vergel.

2.500.000 litros de vino se producen a las puertas de la Capital Federal

      En la zona de la costa del Río de la Plata, partiendo del Riachuelo y siguiendo por Avellaneda, Sarandí, Villa Domínico, Wilde, Bernal y Quilmes, en un sector de cerca de mil hectáreas, se efectuó, en la primera quincena de marzo último (año 1957), la Fiesta de la Vendimia, de la que participaron más de 300 familias vitivinicultoras afincadas allí desde hace varias generaciones.
      El acto principal se realizó en el amplio patio de la “Quinta Rossi”, de Villa Domínico, procediéndose a la bendición de los frutos ante la presencia del comisionado municipal del partido, Dr. Modesto Ferrer; el director de Obras Públicas de la Provincia, ingeniero Oscar Faltorini; el gestor de Cultura, señor Lucio V. Parodi, y otras personalidades. La comisión organizadora de la fiesta estaba en pleno, integrada por los señores; Juan B. Casanova, Cándido Paisán, Luis Bevegni, José Fondati,Angel Caiati y Desiderio Zabalich.
      La fiesta se realizó al pie del Altar Campesino de la Virgen de la Guardia erigido por los quinteros. Bendijo los frutos el R.P. Dr. Agustín Casanova, oriundo de las quintas del lugar, y ofició el responso por los quinteros fallecidos el R.P. Manuel Palazzo, capellán de la costa. Parte de la cosecha de frutos y hortalizas fue donada al Cotolengo de Avellaneda para los ancianos que allí se albergan.

En marzo se cosecha la uva “chinche” con la que se hace el “vino de la costa”

      En toda esa zona a que hemos hecho referencia se cultiva la vid “Isabella”, comúnmente llamada “uva chinche”, con la que se elabora el vino llamado “de la costa” y que tanta aceptación tiene en la provincia.
      Desde hace cerca de un siglo se radicaron allí muchas familias italianas _ en su mayoría genovesas _ que transformaron, a fuerza de pala, los pantanos y ciénagas de esa zona ribereña por la que entonces nadie daba “un cobre”. Así se recuperaron sobre la base de paciente trabajo 880 hectáreas, las que hoy ofrecen un estado floreciente y constituyen el puntal de una industria sólida y progresiva. Habitan actualmente en el lugar más de 300 familias que se dedican exclusivamente al cultivo de la vid, otras frutas y hortalizas en general. Esa industriosa población trabajadora se ha ingeniado para aprovechar el espacio al mínimo, razón por la cual entre los canales (para riego natural con las crecidas del río) y las vides plantan manzanas, peras, ciruelos, pomelos, membrillos, etc.

En plena tarea de la recolección de la uva se hallan los productores de la costa bonaerense.

      Esas tierras tienen hoy (año 1957) un valor incalculable y rinden frutos extraordinarios tanto en tamaño como en calidad. Solamente la uva en las buenas cosechas _ y este año ha sido muy favorable _ acusa un rendimiento de más de 65 por ciento en la vinificación.

¡2.500.000 litros de vino!

      Los vitivinicultores de la costa del Río de la Plata sobre 880 hectáreas de vid cosechan anualmente más de cuatro millones de kilogramos de “uva chinche” o “Isabella”. Con su modesa labor y rudimentaria maquinaria proveen al mercado de la provincia de Buenos Aires de 2.500.000 litros de vino, el que tiene la ventaja de su pureza porque sus elaboradores no saben de artimañas ni cuentan con medios científicos para fabricar más vino que el que sale de la propia uva triturada.

El traslado de los canastos para recoger la fruta se efectúa en carritos livianos tirados por un caballo.

En el mismo vehículo luego se manejan los canastos llenos del fruto para llevarlos a la bodega.

Cargando los carros. Este año (1957) la cosecha ha sido excelente.

Según la importancia de la quinta, la distancia a recorrer entre los cultivos es bastante larga.

El carro llega al patio de la bodega, donde se almacenan los canastos.

Una vez realizada la cosecha del día se inicia el traslado de la uva hasta el lagar.

Echando la uva en la prensa para triturarla a los efectos de obtener el mosto.

Revolviendo el mosto en una de las grandes cubas de la costa de Villa Domínico.

El arreglo de las cubas es de tarea casera, a cargo de obreros especializados.

Cuba para 10.000 litros de vino, recién construida, para la quinta del señor Casanova.

¡15.000.000 de kilos de hortalizas!

      Los terrenos cenagosos de la costa de la provincia de Buenos Aires de la ribera del Río de la Plata, merced al esfuerzo y la obra tesonera del hombre, no solo dan uva para vinificar sino que también rinden 15 millones de hortalizas; 500.000 cajones de tomates; 200.000 cajones de peras de la mejor calidad; 10.000 de ciruelas; además de gran cantidad de pomelos, manzanas, membrillos, etc., que consume el Gran Buenos Aires. Se trata de una importante fuente de producción de alimentos de capital importancia y gravitación para la crecida población de esa zona.

Entre los cultivos intercalares se da muy bien el membrillo.

Esta excelente plantación de tomates se desarrolla también entre las viñas de la costa bonaerense.

“Caballones” de más de un metro levantados por la mano del hombre en los que se cultivan plantas de ajíes.

Una incertidumbre

      La gente que ha transformado esa costa antes inútil en un verdadero emporio frutícola y que jamás tuvo títulos, ni siquiera precarios, limitándose a pagar arrendamiento a latifundistas que les “dejaron hacer” para mejorarlas, viven hoy en plena zozobra, porque se habla de dar otro destino a las mismas. Dichas tierras fueron adquiridas últimamente por el Estado y existe un viejo proyecto de Yacimientos Petrolíferos Fiscales  de construir en la zona nuevas plantas de destilación.

      Se trata de un verdadero error, totalmente antieconómico, porque para hacer una construcción de esa índole habría que levantar el nivel del suelo, totalmente bajo, a una altura de dos metros por los menos, lo que demandaría tiempo y gastos extraordinarios. Un poco más lejos y a la altura de Berazategui no solo las tierras son altas sin que están consideradas improductivas y podrías aprovecharse, con más ventaja, para tal fin. Las autoridades deben considerar que viven allí más de 300 familias con un derecho adquirido por el propio esfuerzo: que han hecho productivas tierras poco menos que inútiles.


Marcelo Pablo Scévola (transcripción)

Fuente: revista La Chacra