martes, 9 de julio de 2019

Almacén “La Atalaya” (Florencio Varela)


      Hoy no queda prácticamente nada de él; y habiendo sido una típica construcción de la campaña bonaerense era digna de conservarse, pero… la limitación en la vista del horizonte de muchos funcionarios es irreversible; curado de espanto está quien escribe.

Aspecto del almacén en sus primeros tiempos.

      Se encontraba en un sitio privilegiado para el rubro que cubría, en el viejo Camino Real, llamado luego avenida Buenos Aires en ese sector y, más adelante, San Martín, nombre que con forma de boulevard conserva hasta la actualidad. Frente a la plaza principal del pueblo y a una cuadra de la vieja (en esos años flamante) casa municipal de Florencio Varela, fue testigo de las actividades de aquel pequeño villorrio y amable anfitrión de quienes por allí pasaban con rumbo a Brandsen o Chascomús.
      “La Atalaya” abrió sus puertas en 1908 en la esquina de San Martín y Chacabuco de la mano de Mariano Supervía.

Entrada principal en la ochava del almacén y el lateral que daba sobre la calle Chacabuco. Obsérvese la herrería típica de las construcciones de la época.

      He encontrado dos versiones sobre el origen del nombre de este comercio. Indagando en algunos artículos de 1943 del diario varelense Nueva Era, parece ser que la historia de este almacén se inicia unos cuantos años antes y en plena zona rural, donde oficiaba de parada de carretas que se dirigían a Barracas al Sur para traspasar el Riachuelo y alcanzar la ciudad de Buenos Aires. Sin ser preciso en el año, el artículo periodístico indica que nace en tiempos de la fundación del pueblo de San Juan (nombre que llevó en su origen Florencio Varela) funcionando en un inmueble al que el artículo del diario llama  “Los Coquitos”. No he encontrado datos sobre este último por lo que, por el momento, no es posible establecer la antigua locación. Los propietarios del primer “La Atalaya” eran los hermanos Natalio y Tomás Ciocca, quienes años después mudan el comercio a la esquina donde luego se establecería Mariano Supervía con el almacén del mismo nombre. No me fue posible hallar la relación entre ambos propietarios. En principio, entrando en el terreno de las suposiciones ante la ausencia de pruebas documentales, es de creer que Supervía conservó el antiguo nombre al adquirir el almacén en 1908.

Detalle del acceso principal sobre la ochava.

      La segunda versión viene de la mano de la historiadora varelense Graciela Linari. Según su pluma, Mariano Supervía deja un comercio que poseía en Buenos Aires y se traslada a Florencio Varela con su esposa y sus dos hijos “incentivados por Don Isidoro Cortés, propietario del edificio levantado en  avenida Buenos Aires y Las Casas (hoy avenida San Martín y Chacabuco), deciden probar suerte en este distrito que apenas suma una población de 3.500 habitantes. Instalada la familia en La Atalaya (nombre elegido para el nuevo emprendimiento) abre sus puertas el 18 de enero de 1908 como comercio de rubro bazar y almacén, con anexo de bar y billares”.
      Estas son las dos versiones; y si bien no se contraponen, hay diferencias en cuando el origen del nombre del almacén y sobre el nombre del propietario anterior. Será necesario recurrir a la búsqueda de documentos oficiales, más cuando, en una entrevista realizada a los hijos de Mariano Supervía, parte de la cual reproduce Graciela Linari, se menciona que “sobre finales del siglo XIX, aproximadamente una década antes de que la familia llegara a Florencio Varela, parte de la casona que ellos ocuparon sobre la calle Las Casas (contigua al almacén) estaba arrendada al ejército que la utilizaba como depósito”.
      Una interesante descripción se encuentra en el mismo texto y que es digna de reproducir: “Sólidos mostradores de madera y piso también de madera; altas ventanas que rematan con arcos de medio punto decorados con molduras y lucen artísticas rejas; muros anchos y macizos y una cubierta de robustas vigas, son el ámbito en el que el almacén  y bazar desenvuelven sus actividad”

Recibo de "La Atalaya" del año 1910. Obsérvese la firma de su propietario Mariano Supervía en el sector inferior.

      Don Mariano Supervía fallece el 15 de marzo de 1924, y la atención en “La Atalaya” continúa en manos de sus hijos hasta su cierre en 1983.
     Una esquina privilegiada para el comercio, se hizo presa fácil de la piqueta. Fue demolido en tiempos bastante recientes, en 2004, cuando ya existía una diseminada consciencia de la importancia de preservar edificaciones que han sido parte de los cimientos de un lugar.

Demolición del edificio del almacén.

Otra triste imagen de la demolición de "La Atalaya".

Una experiencia personal

      En 2016 trabajaba en el museo municipal de Florencio Varela. Cada mañana bajaba del colectivo 324 justo en la esquina en la que había estado el almacén “La Atalaya”. Ya había sido demolido, solo una pequeña porción del edificio permanecía en pié sobre el boulevard San Martín. Una mañana de aquel año, al bajar del colectivo, me encuentro con un montículo de escombros entre los que sobresalía un balaustre bastante entero si se considera su antigüedad más que centenaria. Al llevar la vista hacia el sector sobreviviente del antiguo almacén, confirmé mi sospecha de que se trataba de los escombros de la única balaustrada que milagrosamente aún se conservaba. A partir de esa mañana ya nada quedaba de ella más que aquel balaustre semi destruido con el que me había topado al descender del 324.

Los escombros con los que me topé al bajar del colectivo.

El balaustre sobreviviente.

Típico desprecio por las fachadas históricas que mucha gente suele tener. Burdos ladrillos huecos reemplazaron la balaustrada original de lo único que quedaba en pié de "La Atalaya". 

      Siendo empleado del museo, no podía hacer otra cosa más que tomarlo con cuidado y llevarlo a aquella institución, a la que con tanto cariño recuerdo, con el fin de que allí se preservara aquel último balaustre del almacén “La Atalaya”.

Y aquí estoy, entregando al Museo el último balaustre de "La Atalaya", con la emoción de tener en mis manos una pequeña parte de la historia de Florencio Varela.


Marcelo Pablo Scévola (investigación)

Fuente: diario "Nueva Era"
             revista "Palabras con Historia"