martes, 13 de agosto de 2019

José Mario Cecconi... todo el Riachuelo


      Vino de Italia, como tantos otros coterráneos que llegaron de aquella península del mediterráneo a cambiarle la cara a la Argentina con su arte y su trabajo, y para hacer de ella aquel maravilloso país de la primera mitad del siglo XX. En la rama artística o laboral que se busque encontrarán cantidad de apellidos italianos; la influencia de sus corazones y de sus manos nos marcó para siempre.
      José Mario Cecconi, artista plástico, obrero, poblador de Avellaneda, nació el 29 de julio de 1894 en Capo Libery, Isla D’Elba (Liberno). Contando José con pocos meses de edad, se embarcó la familia rumbo a Buenos Aires; aquí, en La Boca, lo esperaba su abuelo que ya vivía en el país. En aquel barrio porteño pasó su infancia para, ya adolescente, cruzar el charco hacia el sur e instalarse en Avellaneda. Isla Maciel y Dock Sud serán su fuente de inspiración artística.


      Estudió dibujo con Santiago Stagnaro. Realizó una gran cantidad de muestras, tanto en nuestro país como en el exterior. Una treintena de premios obtuvo en diferentes salones, incluido el “Premio Único a Extranjeros” en la sección grabados del Salón Nacional de 1948. Como grabador fue autodidacta, y esta rama del arte pictórico de Cecconi es la que interesa a este artículo de Archivos del Sudeste, particularmente como ilustrador de publicaciones.
      Nuestro artista ilustró libros de Leónidas Barletta, Juan Carlos Talbot, Juan Cunsolo y Mareli de Agustoni utilizando las técnicas xilografía y aguafuerte (cuyos procedimientos ya he detallado en el artículo dedicado a Gerónimo Narizzano) 
https://archivosdelsudeste.blogspot.com/2018/07/geronimo-narizano-sus-ilustraciones.html . El escritor Leónidas Barletta le dedicó una cantata en 1972 que tituló “Cecconi, todo el Riachuelo” con ilustraciones que alternan con la mirada urbana y cruda de Barletta que deviene en admiración cuando dice de él:

Así Cecconi, artista,
para llevar el pan a su familia
a las tres daba fin a la bohemia,
con el lucero añil de la mañana,
y a las cinco, al trabajo con la aurora,
en el taller oscuro y crepitante.
Un puñado de estopa
en las manos grasientas
y en los labios delgados
una enigmática sonrisa
de obrero y artista.

      A continuación veremos todas las ilustraciones de este pequeño pero entrañable libro de Leónidas Barletta dedicado a José Mario Cecconi… y a “todo el Riachuelo”.


"Calle con lavandera"

"Regreso"

Veo a Cecconi proletario
con su perro y su loro
y su caja de pomos
y a la pobre señora renegando
por el olor a tinta del rodillo
de entintar
y sacar copias a dedo
del grabado en peral o palo santo.
Veo a Cecconi aguzando
varillas de paraguas en desuso
para crear finas gubias incisivas,
herramientas inhallables de trabajo. 

"Huerta en invierno"

"Casco hundido"

¿Saben?
este es un hombre
que no cedió jamás
por nada,
y que puso sus manos educadas
y sabias, de artesano y artista,
tan dóciles al ojo,
a barrer la viruta del acero,
a separar la escoria, en la colada,
a limpiar la brillante limadura
y a manejar la fresa
y el brazo del pilón inexorable.
Y mientras,
él volaba, embebecido y sudoroso,
con la imaginación
enfebrecida,
fuera del taller, acre y humoso,
sobre los malecones del Riachuelo.

"Cantina"

"El barco en la botella"

La Boca del Riachuelo,
oh, gente nueva,
no sé cómo explicarlo:
es un brazo de agua
irisada de aceites
que corta en dos mitades
el sur del Gran Buenos Aires.
Allí deja su aliento
el hombre de trabajo;
echa en sus aguas
día a día, gota a gota
su sangre coagulada.
Y Buenos Aires,
nuestra provincia pampa,
bajo la Cruz del Sur,
mitad mar de cereales
y caballos
mitad mar de espumas
y corvinas.

"Estudio"

"El barrio"

"Nocturno" 

Entre puentes de hierro levadizos
y nostálgicos botes de trasbordo,
de un lado del recodo,
viejas barracas, con olor a cuero,
cantinas marineras,
y casas de comida
para el turista incauto,
enguirnaldadas.
Y en la otra orilla
las fábricas hostiles
y sus tiznadas y altas chimeneas.
Más al sur, cementerios
de barcazas ventrudas
y covachas de latas herrumbradas
donde pululan cicatrizados perros
olisqueando los pastos,
mojando anclas que se anclaron
a sí mismas
cadenas oxidadas que aún desdeñan
los cirujas,
esos raros alquimistas del baldío.

"Casitas"

"Orilla"

"Atardecer"

"La gran vida"

"Botero"


La tapa de la publicación lleva la obra "Boca del Riachuelo"


Marcelo Pablo Scévola (investigación y transcripción)

Fuente: "XXXVIII Salón Nacional de Artes Plásticas"
              "16 pintores de Avellaneda" de Gioconda De Zabatta
              "Cecconi, todo el Riachuelo" de Leónidas Barletta